Al principio si me dolió, el primer segundo nada más. Después me di cuenta que ya tenía toda la aguja atravesándome el labio y ya no me dolía nada. Ahí me di cuenta de que acababa de hacer algo que debí haber hecho hace mucho tiempo.
Siempre tuve ganas de hacerlo, desde la secundaria supongo. Después de mucho tiempo tal vez lo olvidé. Hubo un tiempo en que lo recordé pero me dije que nunca lo haría. Pero el día que fuimos a ver a Ensiferum, me di cuenta que debía hacerlo. Poco después cambie mi ruta para ir a trabajar y entonces me di cuenta de que pasaba siempre cerca de un local de piercing, ahí entendí que ya el señor de la manota me estaba diciendo que era hora de hacerlo. Lo platiqué mucho con mi almohada, hasta que me convencí de que era algo que no me afectaba en nada, era sólo un lujo pequeño para alguien que poco a poco se ha ido sometiendo a la vida cotidiana de la gran ciudad.
Iniciando mis vacaciones, decidí hacerlo cerca de casa. Y el lunes lo hice, me perforé el labio.
A veces todavía me duele y sé que me dolerá un buen rato porque debe cicatrizar. No puedo fumar ni tomar, ni drogarme... lo bueno que a lo tercero no le entro. Pero por lo menos ya pasé la prueba de fuego, el miércoles social y no me eché ni una chelita ¿cómo la ven?
Sé que después, cuando me pueda poner en el labio lo que quiera, sin preocuparme porque me vaya a infectar, me va a encantar aún más traer esa madre ahí. Y digo aún más porque de momento ya me gusta!
Publicado originalmente en Puerto al Olvido. Sujeto a las licencias de The Holy Crown Foundation. ESTO NO ES UNA NOTA DE FACEBOOK.
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