Max en el fin del mundo, es una historia de ficción narrada principalmente en tercera persona, que narra como Max, despertó un día, sin recordar nada a un lado de la carretera. Pronto descubrirá como ya nada es lo mismo y como deberá confiar en personas que jamás ha visto en su vida.
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-Max en el fin del mundo-
Capítulo 7: En el nombre del señor
(Las cuatro estaciones: Primera Parte)
“Hay gente que no ladra
pero te exprime el alma
hay gente que te odia
pero te lame las manos
así
Hay gente que no arriesga
le tiene miedo a la muerte
hay gatos que no mueren
le dan la vuelta al cielo
así”
Caifanes – De noche todos los gatos son pardos-
13 de Enero de 2011
Este cuento no es sin tiempo. Este cuento no es pasado. Este cuento respira y sangra.
¿Qué tal está tu memoria? Hace tiempo, un año, Max despertó a la aventura de su vida y a la aventura del planeta. Dime, ¿Qué percibes? En el frío de hoy, a la sombra de un cadáver de concreto, a la inexistencia de motores y engranes, ¿no te sabe a virtud la vida? Vives gracias a Max. Y harías bien en saber porqué. Agradecido, así debes estar. No perecimos, sobrevivimos.
El héroe despertó. Descubrió un pequeño detalle que le impulsaría a seguir: la elegida Sandra. Un Guía: Alepz. Un misterio: Sam. Un amigo: Zael. Un cultivador: Many.
Pero no ha terminado el viaje de Max, ni siquiera está cerca aún de descubrir semillas de caos. Harías mal en pensar que es una historia de zombis, harías peor en no reír, te maldigo si piensas que el cuento de Max es simple. Te presumo que Max ya no vive mientras cuento esto. Desde donde te cuento esto, la electricidad es un lujo.
El año es 2011, un humano camina entre los muertos. Entre la neblina matutina y el hedor a panteón sólo unos pies usan botas bien amarradas. Sus piernas aun enfundan esos jeans de mezclilla sucia y desgastada que han sido usados continuamente por ya casi un año. Su playera roja con rayas negras tiene hoyos en varios lugares como pruebas de un camino tortuoso. Sus brazos tienen vendas, sus muñecas cuelgan rosarios y su frente… una banda azul cuyos extremos largos caen suavemente sobre los hombros. En su espalda cuelga una funda, dentro de ella una Katana.
El hombre se dirige sin miedo a la entrada de un cementerio. Debe cruzarlo, es necesario.
Las rejas (que guardan acceso al panteón) se ayudan en su celosa misión por una gorda cadena y un pesado candado; el óxido que les envuelve da testimonio del tiempo que han estado abandonados. Para nuestro héroe, sólo son tela de araña.
Lo primero es pasar la mano tras el cuello, coger el mango de la espada y, usando la menor cantidad de músculos (y bastante fuerza), cumplir la voluntad del arma (“ella sabe lo que quiere”) y destrozar el torpe obstáculo de su camino.
Max logra entrar al cementerio. A pesar del frío matutino y de los más de 40 muertos vivientes que caminan hacia él, nuestro muchacho no gastará fuerzas… no manchará el espíritu de su Katana con sangre que no merece ser derramada. Aunque no le gustan los Zombis detenerse a matarlos sería pérdida de tiempo. Así que sólo camina entre ellos.
El enjambre de monstruos desea comerle, succionar sus intestinos y derramar su exquisita sangre por todo el lodo del suelo. Su memoria le recuerda aquel primer Zombi de la carretera, Sandra tenía razón, nunca olvidará al primero.
Pero Max camina con elegancia. Mantiene su postura mientras esquiva las manos de los lentos infectados con leves movimientos. Si alguno de ellos tuviera la posibilidad de tocarlo, su entrenamiento con los ninjas tepiteños saldría instintivamente a la defensa.
Le llamaron “El elegido”. Realmente nunca le dio importancia, mientras le mostraran cómo poder pagar su deuda, él estaría dispuesto a ser llamado de cualquier forma.
Sus oídos le alertan. Hay algo más que sólo humanoides. La masa de carne podrida que se acerca hacía él escode algo más que sólo ex humanos.
Max lleva la mano al mango tras su espalda y dobla ligeramente las rodillas. Está alerta. Comienza a explorar la zona con su visión, pero la enorme cantidad de Zombis que le rodean le impiden localizar los pasos rápidos que dan origen a un sonido peculiar. Tendrá que usar otra herramienta: Reflejos.
Deberá esperar que el enemigo especial salte sobre la cabeza y cortarlo en el aire (igual que con los ladrillos) sin margen de error u oportunidad de equivocarse.
Los Zombis que lo rodean ya casi lo atrapaban, entonces, un perro Zombi salta por encima de algunos de ellos.
Pero Max no vio a un perro, de hecho, no vio nada en absoluto. Sus ojos estaban cerrados, en su mente lo que volaba era un ladrillo y nada más.
Aprisa cumplió con la voluntad de su Katana, la dejó bailar en el aire y atravesar a su oponente.
Como un trueno; así dibujó su camino a través del cráneo del canino, llevándose su vida con ello. El ladrillo había sido cortado (otra vez) pero había que resolver el problema de los Zombis circundantes.
Igual que el ejercicio de cortar arbustos, lo que se requiere es un tajo horizontal que rebane cabezas, un corte firme y recto que separe las cabezas de los cuellos. Así hizo Max, y su Katana arrancó la cabeza de unos 5 Zombis que estaban justo enfrente, suficientes para cruzar.
A pesar de que aun le rodeaba otra treintena de bichos, Max corrió por la pequeña brecha que había hecho con su espada, arrojó los hombros para empujar a los torpes mugrosos que le impedían el paso y con eso bastó. Corrió sobre el fango haciendo caso omiso a los lamentos que le asechaban, a los mosquitos mutantes y a los Zombis.
De acuerdo a sus planes, después de cruzar el pequeño cementerio encontraría un bosque, luego cruzaría el túnel del metro y por fin haría su camino hasta Chapultetrepo, lugar del último contacto ofial con otro grupo de humanos. Many le había sugerido ir hacia allá, tal vez si alguien del gobierno había sobrevivido podría dar explicaciones al héroe.
De pronto se detuvo en seco. Escuchó un ruido: el cargador de un arma. Un humano, un sobreviviente de esos locos que disparan a lo que ven. Esperó a que su instinto le diera una orden, y cuando la recibió rodó por el suelo (llenándose todo de lodo) y escuchó para su satisfacción que un disparo cruzaba por encima de su cuerpo. Gracias al giro había salvado su vida.
Inmediatamente, con el cuerpo pegado al suelo, Max buscó en su cinturón, encontró una shuriken, y la arrojó en dirección del disparo. Había ensayado más de mil veces el movimiento, así que le salió de forma natural y precisa. Afortunadamente falló; pero su objetivo logró entender el peligro (y el talento) de Max.
La estrella impactó cerca de la cabeza de un sujeto ligeramente regordete, con chinos en toda su cabeza, traje negro y cuello blanco que se asomaba desde una catacumba de concreto.
-¡HAHAHAHA CORDERO PERDIDO DEL SEÑOR! ¡HAS LLEGADO A TU PASTOR!
-…baja el arma…-
-¡MI BASTÓN PARA EL REBAÑO DE DIOS NO CEDERÁ!
Max no advierte en vano, una segunda estrella golpeó la escopeta del reverendo, desarmándolo.
-¡HAHAHAHAHAHA LA PROXIMA VEZ DALE A MI CABEZA MUCHACHO!- Así gritó el loco reverendo mientras corría al interior de la catacumba.
Max no tiene tiempo para estas cosas. Se levanta del lodo y se dispone a correr. Pero delante de sus pies observa un hilo al nivel del suelo que le resulta ligeramente familiar, probablemente se trataba de una trampa bomba, sería ridículo no evitarlo; seguro es una trampa dirigida a los Zombis, pero delante de esa camuflada línea había otra, inmediatamente después otra, y después otra. Prácticamente todo un campo minado. Lo que significa que el único camino libre era el mismo que había seguido el otro sujeto.
Así que se dirigió a la catacumba. Una casita de concreto que se levantaba onerosa en medio de las otras (modestas) tumbas.
Max caminó con cautela hasta ahí, esperando que aquel loco saliese en cualquier segundo. Pero al llegar a la catacumba, al umbral de la misma encontró al sujeto, de píe, fumándose un cigarro.
-Oh, hijo mío. Que grande te has vuelto. Sabes, Dios no nos ha olvidado, sólo nos ha puesto a prueba. Y mi prueba es guiarte. Debo guiarte. Como un pastor que guía a su rebaño. Como Dios nos guía a todos. Soy tu sacerdote, todos me dicen Padre Roquirrim. Amén hijo mío.
Nuestro héroe no respondió, sólo miró al Padre Roquirrim a la espera de un movimiento de ataque.
-Hijo…Jesús nos dio un camino y debo mostrártelo. He llenado de trampas el lugar para que los infieles lleguen a Satanás, sin mi guía, estarás condenado al infierno. Acompáñame.
Roquirrim se adentró al interior de la catacumba y bajó por unas escaleras que guiaban a un camino subterráneo. Max le siguió al interior.
-Verás hijo – dijo el hombre mientras atravesaban el túnel de telarañas y polvo- para mí fue claro el problema. Tanta estupidez de los hombres, tanta avaricia y egoísmo, tanta miseria en el mundo, ¿el padre no se iba a quedar viendo desde su trono, no? ¿Mandaría una catástrofe para limpiarnos, no?
Terminando las escaleras encontraron un camino estrecho rodeado de piedra. Había tanta oscuridad que era imposible saber exactamente qué había en los muros, Max seguía al hombre usando únicamente sus oídos.
-Yo fui un… hereje… yo… me dedicaba a la filmación de películas pornográficas. No me juzgues niño ¡NO ME JUZGUES! yo era un director fracasado que sólo intentaba ganarse la vida, digo, cuando eres un miserable, no hay nada de malo en pasarla bien follando y ganando unos pesitos, ¿eh?
-…eso sólo explicaría tu miseria…
-¡AMEN! Entonces tuve una revelación. Yo estaba en la calle, en algún callejón sucio. Ebrio, recién asaltado y golpeado. Y ante mis ojos, ¡justo delante de mis ateos ojos!, vi a un hombre devorando a otro hombre. Y escuché el canto celestial a través del murmullo del desdichado que perdía el aliento a mordiscos “OH DIOS MIO” gritó. Así lo supe. Así supe que DIOS me llamaba A MI, ¡EL SEÑOR PEDÍA MI AYUDA! para enviar a los pecadores al infierno, y con ello, ganarme la salvación.
-…no alces la voz, los zombis son sensibles al escándalo, no nos conviene que nos ataquen en un lugar tan estrecho…
-Así que usé mi botella vacía en el cristal de una tienda de artículos para el hogar, me hice con una hacha y salí a la calle a vengar el nombre de dios. Con el tiempo me di cuenta que no podía diferenciar entre personas normales y zombis, así que mataba a todos por igual. Me aburría mucho de estar sólo así que volví a construir bombas…no preguntes…cosas de mi pasado… y coloqué trampas con hilo por todos los lugares de la ciudad en donde yo he pisado.
Entonces la mente de Max revivió aquella lejana noche en que vio a Sandra por última vez. Un sujeto regordete y pesado pisó un cable que salía debajo de un automóvil, a consecuencia, el auto estalló y activó cargas explosivas escondidas en un edificio cercano, dando la oportunidad a los hombres de negro de llevarse a su amiga, pero también de hacer surgir a Alepz de su oscuro escondite. Cuando Max terminó de repasar en su memoria, no pudo evitar preguntar:
-¿…colocas explosivos debajo de los automóviles, o dentro de edificios…?
-¡TODO EL TIEMPO! ¡JAJAJAJA!... ¿porqué? ¿Te has topado con una? Lástima que no te asesinó, podrías estar en el cielo en este momento- Max mantuvo silencio a las palabras de Roquirrim.
Ni un metro de distancia lo separaban entre él y el hombre por cuya locura había perdido a su amiga. Nada le costaba cobrarle su error al pobre hombre. Pero su entrenamiento con los ninjas tepiteños había limpiado en él todo resentimiento. El loco Roquirrim no podría saber lo que había ocasionado, de todas formas, el karma le golpeaba con un precio muy alto: le había quitado la razón.
Roquirrim se detuvo frete a una reja de metal. Busco por la barra que otorga (e impide) acceso y la removió. Al cruzar la reja se encontraron fuera del panteón. El sol de la mañana ya los saludaba desde lo alto. Salieron por un muro de piedra hacia una avenida abandonada. Casi no había criaturas a la vista, sólo más autos abandonados y basura esparcida.
-Bien hijo mío, te he sacado de ese horrible lugar. Ahora eres libre, deberás cuidarte sólo.
En ese momento Roquirrim inició un disparate de discurso sobre tener valor ante las adversidades y mantener una actitud firme ante las nuevas aventuras. Pero Max estaba inquieto. Sentía el peligro en la atmosfera de la avenida, se sentía vigilado. Pidió silencio al sacerdote, pero éste no lo escucho. El instinto ninja (ahora despierto en Max) le advertía insistentemente, hacía unas vibraciones tan fuertes en su pecho que era imposible estar relajado.
-…roquirrim, ¿oyes eso?...-
-Y nunca, ante todo, nunca perder de vista tu objetivo… ¿eh?, ¿de qué ruido hablas?
Entonces el sonido se hizo evidente. Venía de por debajo de la tierra. Max se puso en guardia, no tenía idea de que era lo que sucedía bajo sus píes, pero la intensidad del ruido advertía que pronto sabría la respuesta.
A unos 10 metros de distancia de ellos una grieta en medio del asfalto separaba la tierra. “¡Un terremoto ¡” gritó Roquirrim, pero Max sabía que no era un fenómeno natural lo que estaba pasando, de lo contrario sentiría los consejos de huida que la madre naturaleza no le proporcionaba ahora.
La punta de un vehículo subterráneo surgió del suelo. Una máquina metálica con punta en forma de taladro, con el espacio suficiente en su interior para un ocupante. Extrañamente, no se trataba de las maquinas convencionales usadas por los humanos, ésta era otro tipo de aparato. Aunque en esencia se tratase de un montón de metal los sentidos de Max le contaban que el aparato había sido fabricado con pasión y amor. No era una simple maquina, era un producto de artesanía dada la naturaleza de los adornos con símbolos extraños grabados por todo su cuerpo.
La punta de taladro dejó de girar, y las puertas del vehículo se abrieron. Un humano arropado con un traje negro, zapatos de charol y corbata roja salió caminando de ahí. Max había visto esta figura antes, se trataba de uno de los que había logrado llevarse a Sandra.
-…¡padre! Regrese a su escondite, he visto lo que estos tipos son capaces de hacer, ¡son peligrosos!...-
-NO TEMAS HIJO, ¡LOS VENCERÉ CON MI KUNG FU!-
Pero el hombre de traje negro…no podría ser un humano. Le faltaba media piel del rostro, y en lugar de carne y musculos, había metal y tuercas. Max no perdió detalle de su visión.
-…un cyborg…
-CYBORG? Dices?...¿metal? … tengo una idea.
Roquirrim corrió de regreso al cementerio, el robot no hacía nada más que estar de píe ahí en medio de la antigua avenida enorme. Cuando los pasos de Roquirrim dejaron de escucharse, Max habló al cyborg:
-…sé lo que eres…¿Dónde está alepz?, ¿Dónde está Sandra?
-CggtHHizJJoo…hogar…no más…AL-Z es Alepz, peligro.
Después, sus brazos empezaron a desarmarse y rearmarse ahora en forma de cañones. Dos con halos azules igual al que poseía Alepz en su mano derecha. No tardó en comenzar a usarlos.
Max esquivó los rayos láser, tuvo que olvidarse por un segundo de roquirrim. El temor inundaba a nuestro héroe, él sabía que los Cyborg son resistentes, no tienen “ritmo” y además no se cansan. Son como Zombis pero más hábiles. La impaciencia rondaba a Max.
Continuó esquivando los disparos hasta que logró esconderse tras un auto abandonado, el cyborg por supuesto hizo volar en pedazos el automóvil, lo que dio a Max una sombra de humo por donde poder acercarse al enemigo. Por supuesto, los detectores de calor y los micrófonos a manera de oído súper sensibles del cibernético le dijeron que Max estaba a su derecha y se dirigía amenazadoramente.
Nuestro héroe estaba impaciente por destruir al robot, no pensó que aquel pudiera tener visión termal, así que el cyborg levantó el cañón, afortunadamente Max era más rápido que el humano promedio, por lo que los cálculos de predicción de impacto del robot fallaron y Max logró golpear con su katana el brazo derecho del enemigo. Pero la katana rechazó el corte. El robot es demasiado duro. Max lo entendió al primer impacto así que su siguiente golpe no fue un corte, sólo picó el único ojo funcional del cibernético, y antes de que aquél pudiera golpear en respuesta Max dio un giro hacia atrás para salir del rango de ataque del enemigo.
Ahora ciego, el robot sólo puede usar sus sensores de movimiento y sus “oídos”. Dado el peligro de su enemigo, su programa de auto preservación vio como menos riesgoso atacar toda fuente de sonido.
Así que el cyborg de traje negro comenzó a disparar en todas direcciones, a las cenizas chirriantes del automóvil, a los pasos muertos de un zombi lejano, y a los golpeteos que dejaban los pasos de Max.
Cuando hubo silencio Max tuvo tiempo de pensar, se había escondido tras una banca, pero no era seguro, su propia respiración podría ser escuchada. Necesitaba crear distracciones sonoras con urgencia. Ahí el Karma le dio una mano.
Una lluvia de balas comenzaron a impactar el cuerpo del robot. Irónicamente, a tanta sensibilidad al sonido y a la lluvia incesante del choque de decenas de metales, los sensibles micrófonos del robot no lograban ubicar un solo objetivo. Volvió a disparar a discreción. Si tuviera ojos, vería que disparaba directamente al cielo. Estaba muy descompuesto.
Primero Max pensó que se trataba de Roquirrim, pero después vio que los disparos provenían de otro hombre, un sujeto bastante musculoso con traje militar y un subfusil que descargaba ira al robótico. A su lado un hombre de estatura promedio que le resultaba familiar.
No estaban haciendo daño al cyborg, tampoco sabían de su peligrosidad, tan pronto se terminaran las balas del arma del musculitos aquellas personas podrían morir.
Max corrió al cyborg, estaba dispuesto a cortarle el cuello. Cuando el hombre-ejercito vio a Max dejó de disparar, el cyborg escuchó los pasos de nuestro héroe. Max sólo tenía tiempo para un golpe o moriría.
El cyborg apuntó directo a Max pero un filo pesado y duro calló sobre su cabeza, aparentemente un pico había destrozado el interior del cerebro artificial dejando inválido para siempre al robot. Era Roquirrim con una oz de oro y hoja de diamante.
-Te dije que lo vencería con mi kung fu… ¡ESTA OZ SE LA QUITE A LA ESTATUA DE LA MUERTE DE UNA TUMBA DE NARCOTRAFICANTE JAJAJAJAJA!
El robot cayó al suelo. Se escucharon todos sus discos duros apagándose, sus engranes dejando de girar y la energía de su cuerpo artificial acabandose. Roquirrim está loco, pero a Max le preocupan los otros dos hombres que se acercaban en tono inseguro. El hombre militar era robusto y fuerte, no muy alto en realidad y cabello rasurado. El hombre promedio vestía un traje elegante, un peinado fino con cabello corto y unos lentes de prestigio, era delgado y con cara de persona amable.
-Buenas amiguitos, que alegría encontrar personas vivas. Llevamos días viajando en busca de un refugio u otros sobrevivientes. Permítanme presentarme, mi nombre es Cesar Gibran, antes del caos fui el presidente de los Estados Unidos Mexicanos. Y aquí mi compañero responde al nombre de Leo, es fuerte como toro y ha sido mi guardaespaldas desde que todo se fue…al…mal.
-…mi nombre es Max y viajo solo, pero Roquirrim puede ofrecerles un refugio
-¿MI POCILGA? ¿AL SEÑOR PRESIDENTE? NO, ¡NUNCA! Viajaré con ustedes.
-…escucha Cesar…- pronunció Max
-¡Señor Cesar naco!- Dijo Leo, el hombre militar, bastante ofendido
-Calma guardita, calma, Max es nuestro amiguito-
-Es un naco-
-…como decía, Cesar…creí que ustedes en el gobierno tendrían alguna idea de que fue lo que pasó, de donde salieron los infectados y quién está detrás de todo…
-Bueno amiguitos, pues, llegamos en cuanto escuchamos su pequeña peleíta, los zombis no suelen hacer ese tipo de ruiditos. Y en cuanto a tus preguntitas, en realidad no puedo responder nadita.
-Putas-
-…¿qué?...
-Putas- repitió Leo - Fue culpa de putas, en presidencia todo estaba bien, alguien dejó entrar mujeres infectadas… y bueno, el presidente y yo logramos salir JAJAJAJA
-AH NO LOS CULPO, YO MISMO CASI COMETO EL GRAVE ERROR...aun tengo curiosidad si te puedes infectar por tener sexo con un zombi-
-JAJAJA ¡VAYA QUE PUEDES! –grito Leo con absoluta confianza sobre lo que decía
-…roquirrim, déjame hablar a mí con cesar y leo…um…verán, he visto robots, zombis, ninjas, sacerdotes depravados sexualmente… y solo quiero una respuesta, una respuesta que no provenga de la violencia, porfavor…
-Ok amiguito Max, me conmueve tu historia y como el presidente del empleo que soy…
-Señor Presidente, el empleo no tiene nada que ver, porque no intenta con ¿Presidente de la honestidad?
-Siii muchitas gracias Leo… como decía, como el presidente de la honestidad que soy, te diré el origen de toda esta maldad….
-…aja…
-Aliencitos
-Aliens
-¿!EXTRATERRESTRES!?
-…extraterrestres?...
-Sipi, extraterrestritos. Los Zombis llegaron de la nada, es una enfermedad que afecta a mamíferos pero se originó en humanitos, ¿no suena a complot? ¿eh?, hay agujeros de exactamente el mismo diámetro por todos lados, los Zombis son un brote de enfermedad pero se dio al mismo tiempo en todo el mundo, obviamente ya notaste a nuestros enemiguitos los robots con tecnología inaudita ¿Qué más puede ser que aliens?
-Excelente discurso señor presidente
-Muchas gracias Leo
-TE EQUIVOCAS, LA EXPLICACIÓN ES MAS SIMPLE: ES UN CASTIGO DE DIOS!
-…¿tengo que elegir entre dios y alienígenas?... ¿en serio?...
Eso dijo la boca de Max, pero su mente comenzaba a atar cabos. ¿Cómo no lo había pensado? Los robots ciertamente no pueden ser tecnología humana, Alepz dijo haber venido de otro lugar, por eso le llamaban “El viajero”; él mismo había caminado por dentro de uno de esos túneles perfectos con Sandra, y ella misma había mencionado que esta enfermedad era peculiar. Extraterrestres…sonaba lógico, Max se rehusaba a creerlo solo por terquedad.
Se oyeron más ruidos anormales, tal vez el robot había llamado a más compañeros, era hora de huir, pero cuando la tierra empezó a temblar, fue obvio que había que escapar.
-MMM ¡MAX CREO QUE VIENEN MAS!
-…huyamos al metro, ahí podremos pensar en algo…
Los cuatro corrieron hacia la entrada del subterráneo (alias: Metro) que estaba cerca de ahí, la tierra comenzaba a abrirse pero lograron entrar por el túnel antes de que algo saliera mal.
Bajaron las escaleras, entraron en el túnel pero curiosamente el lugar no tenía cadáveres. Cuando llegaron a la taquilla, las entradas del túnel dejaron caer sus cortinas. No podían regresar por donde vinieron. Alguien los había encerrado.
Max, Roquirrim, Leo y Cesar se sentían vigilados, y no se equivocaban.
De las bocinas del metro comenzó a salir un sonido, una voz en realidad.
-wzzzzpzzzzztrrrrr …bno, zi, bno, me oien?..no …guey…arkjhja,..itate toshi!!, a ver.. TU, TU, TU Y TU,… CHINGAN A SU PU74 MADREEEEE!!! Jajajajajajajaja!!!!
¿A dónde habría llegado nuestro héroe?
Publicado originalmente en Puerto al Olvido. ESTO NO ES UNA NOTA DE FACEBOOK.
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