19 dic 2010

The Story Aint Over - La noche en que Avantasia reventó el Circo Volador.



When you open your eyes,
When you gaze at the sky,
When you look at the stars as they shut down the night;
You know... the story ain't over!

Me levanté tempranito ese día. Habiendo llegado a la ciudad de México un día antes para poder hacer fila desde temprano en el Circo Volador, me levanté a las 6:30 de la mañana.

Desayuné y así sin bañarme, me aventuré en taxi hasta la segunda estación de la linea azul del metro de la ciudad. Daban las 8:10 cuando, sin más complicaciones, llegué al Circo Volador. Al principio, debido a que la gente estaba ahora haciendo fila de una manera que yo no había visto antes; pensé (bastante ingenuamente) que era el primero en llegar, que me iba a tocar esperar mucho. No era así. Volteando un poco hacia los lados me di cuenta que ya había mucha más gente de la que esperaba. No importaba, parecían menos de cien personas, por lo tanto, decidí quedarme.

Parado recibiendo el quemante sol de pre-invierno en la cara por encima de los edificios cercanos, hice fila hasta las 10:00 am cuando me entregaron mi ficha, la número 99. Extrañamente, esa misma me dieron en el segundo concierto de Tarja al que fui. Regresé a casa y me di un baño. Seamos sinceros, cometí un error grande. La ficha, olvidé pedir, me la dieran sin pegarla... ahora tenía un papel con valor incalculable, amarrado a mi mano, y no me había bañado aún. De las cosas más cómicas que me han pasado en la vida, meterme a bañar con una bolsa amarrada en la mano, y con el brazo derecho siempre hacia arriba. Es más difícil de lo que puede sonar, al menos más difícil de lo que ustedes creerán.

Después de eso, vi a mi maito Leo, y nos fuimos a comer unos tacos de guisado que me dejaron satisfecho hasta el día siguiente por la mañana, vaya tacos we, neta estaban bien sabrosos. Después fui a Mixup a comprar el último disco de The Wicked Trilogy que me faltaba: The Scarecrow, siendo este, mi personal favorito de los 3. Ahora con esa compra, sólo me falta comprar The Metal Opera y tendré todos los álbumes de Avantasia. Que presumido.

Fuimos a platicar un rato a casa y después recibí por fin noticias de Toshi. Tenía yo que salir corriendo al metro para recoger mi nuevo Wii. Vaya que salí corriendo porque ya eran las 3 y cacho y aún tenía que regresar por mis cosas y una vez más de regreso al metro para el concierto. Corrí, junto con Leo que se quedó a medio camino, en dirección a su casa. Llegué con buen tiempo y regresé a casa, cogí todo lo necesario, con pena dejé mi cámara que no podría usar en la noche que ya desde ese momento auguraba, sería una de las más felices de mi vida.

Para cuando llegué al circo volador, eran ya las seis con diez p.m. Mentiría si les digo que no me había preocupado por no llegar a tiempo, me habían dicho que a las 5. Pero no pasó nada, incluso me dio tiempo de comprar mi chamarra, de doble bordado con las letras de Avantasia que tanto me gustan. Me la puse, y de hecho me sirvió porque ya hacía frió. Fumé uno o dos cigarros, no me acuerdo, ya estaba nervioso. El ambiente entre la gente era de mucha alegría, y había algo al unísono en el aire: O ves a Avantasia hoy, o no los vuelves a ver nunca. Es verdad, a menos que vayamos a Wacken en julio, si no los viste, ya no los verás nunca jamás otra vez. Eso al menos, era ya la garantía de que el show iba a dar mucho de que hablar.

La noticia de la noche, y la razón por la que había tanta gente mayor de 30 años entre los formados fuera del recinto, era la unión legendaria de Kai Hansen y Michael Kiske en escenarios mexicanos. Kai Hansen prácticamente fundó el Power Metal y Michael Kiske a sus 18 escribió el capítulo más importante en la historia de la banda Helloween. Todos estaban emocionados. A las seis con treinta nos dejaron pasar poco a poco al descuidado Circo Volador.

Nunca olvidaré la sensación que sentí al ver, que me tocaba hasta el frente, por fin lo había logrado, primera fila. No cabía duda ya, iba a ser LA noche. Las dos horas que faltaban para que comenzará el concierto, ni se sintieron, pasaron rápido. La mitad de ese tiempo me la pasé escuchando la conversación de las personas junto a mi. Suena metiche pero la verdad es que me entretuvo bastante. Hablaban de como Hansen salió de Helloween para fundar Gamma Ray y seguir escribiendo el Power Metal, de como llevaban esperando a Kiske desde hacía años atrás... esperaban ver su sueño cumplido ese día, no me queda duda alguna de que lo vieron. La otra mitad del tiempo la pasé platicando con los del otro lado, eran más jóvenes que yo, tal vez unos 17 años, hermano y hermana con un amigo suyo. Era su primer concierto. No es que yo haya ido a muchos, pero he ido a suficientes para decirles que es la primera vez que me encuentro con alguien que va a vivir por primera vez el espectáculo del metal europeo en tierra azteca. No porque nunca haya, pero era raro verlos tan cerca, estaban también en primera fila. We, la noche ya no podía augurar mejor.

A las 8:31 en punto de la noche, las guitarras retumbaron en el ya oscurecido recinto. Twisted Mind reventó por fin en México. Ahí estaba a unos pasos de mi, el señor Oliver Hartman y el más grande artista del Power Metal de la decada: Tobias Sammet en persona. La piel se me pone ahorita chinita al acordarme de ese momento. Llamé a mi hermano para que escuchara la canción completa. Después, cuando empezó The Scarecrow y a la mitad de la canción el grandioso Jorn Lande reventó con su magnífica voz, yo coreaba con tanta euforia que pensé que pronto moriría de alegría. Yo se lo dije a Many: We, me voy a morir en ese concierto, me voy a morir mucho.

Canción tras canción los coros continuaban y reventaban el lugar, Tobias no paraba de repetir lo grandiosos que son los públicos en Latinoamérica, lo cual únicamente enloquecía mucho y mucho más al público. Nosotros lo sabemos, en tierra latina el mundo del metal es amado como muy pocas cosas, simplemente por los géneros de música que tenemos que soportar día con día. Bob Catley apareció para cantar The Story Ain't Over, una canción que desde días antes me daba una extraña sensación, de alegría y de tristeza mezcladas, la canción que marca el post de hoy. Kai Hansen se aparece con un sombrero y bastón para cantar Death is Just a Feeling. Wow, que interpretación, que gran artista eres Hansen, eres amado por todos nosotros, te estamos muy agradecidos.



Por fin Michael Kiske se atrevió a salir. Ahí estaba frente a nosotros para cantar Reach out for the Light, otra gran canción del la extensísima agrupación. El circo volador estaba lleno, a reventar. ¿La gente? Loca. El mundo por un momento, como me pasa en todos los conciertos, parece no estar completamente tirado a la mierda, por un momento.

El concierto siguió por horas, duró más o menos dos horas con cuarenta y cinco minutos. La euforia fue tanta y tan transmitida por todos, que ni siquiera sentí cuando mis pies ya clamaban por un descanso de tantas horas de estar de pie y brincando. Ni mi mano reclamó el estar tanto tiempo en el aire clamando por más y más metal. La noche no pudo ser más perfecta. Ese fue, sin lugar a dudas, el mejor concierto al que he ido en mi vida.

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