Siento que el año se va a terminar ya. Y tomando en cuenta que mi año se acaba hasta el primero de marzo, eso está muy mal. Durante la pasada mitad del año prácticamente ya he hecho bastante, y al mismo tiempo, nada. Todavía sigo hoy impresionado con lo bien que nos quedó el concilio anual, con los títulos entregados y con lo mucho que he desarrollado acerca de El Curso de la Historia. Aún así debemos tener en mente que con respecto a la obra completa de El Último Mago, prácticamente no he hecho nada desde... junio, tal vez más.
Con respecto a la lectura, pues terminé todos los libros de esa primera mitad del año, y con los de la apenas recién comenzada segunda mitad, ya voy bastante adelantado y ya hasta estoy empezando a pensar cuáles se van a releer a finales del mismo.
Me resulta increible pensar que ya hace casi un año que nació la pequeña hija de uno de mis hermanos. La he visto pocas veces, no voy a mentir, pero también hay que decir que ha sido por falta de tiempo y por tanta distancia que nos separa. Sobre todo en este país la distancia se siente más, por un fin de semana fuera de casa me gasto al menos 350 pesos... ¿qué le vamos a hacer?
No me pregunten de Max en el fin del Mundo porque Manyel se ha negado a decir el asunto que lo retrasa tanto en el siguiente capítulo, tampoco lo voy a crucificar, el ha publicado más seguido de lo que yo he actualizado mi obra.
A este año todavía le queda de todos modos, y aún tengo mucho que estudiar si no quiero llevarme una sorpresa en diciembre, mucho que leer y mucho que meditar. Por el momento sé que este año ha ido corriendo más rápidamente que el anterior, y el anterior corrió rápido... muy rápido. En menos de lo que me tome parpadear, habrá ya pasado un año desde que estuve de visita en el mar... un año... wow.
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