Durante esa noche el joven miró las estrellas esperando la señal. Los elementos estaban ahí, giraban a su alrededor y cantaban aquella canción. Durante esa noche el joven por fin olvidó aquellos males que durante tanto tiempo impidieron su vivir. Al abrazarla y al tomar su mano, el joven pensó por un momento que todo mal habría desaparecido, aquel que bien sabe cómo son las cosas en el mundo, aquel que lucha contra el optimismo, olvidó por un segundo todo ello.
Al despertar el joven, dándose cuenta de que un sueño se había convertido en realidad. Agradeció a las estrellas por cuidarlo al dormir. Agradeció al sol por acariciar su fría piel y una vez más se pellizcó para asegurar que la realidad no lo había abandonado a merced de la locura que por tanto tiempo lo había perseguido. Al pasar el día el joven, ya en soledad; recordó entonces todo mal, recordó entonces su lugar y también su mucho errar.
Hoy en día por las noches, el joven toma una almohada y la abraza, queriendo imitar el abrazar de su amada, toma su propia mano del otro lado de la almohada, queriendo imitar la mano de su amada, a veces logra engañarse en sueños y logra por un momento ver aquello que tanto disfrutó. Pero siempre al despertar se da cuenta de que por la noche estuvo solo y que durante el día también lo estará. El joven solo espera por la noche, el sueño se ha convertido en su realidad...
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