14 abr 2010

Max en el fin del Mundo. Capítulo 2


Max en el fin del mundo, es una historia de ficción narrada principalmente en tercera persona, que narra como Max, despertó un día, sin recordar nada a un lado de la carretera. Pronto descubrirá como ya nada es lo mismo y como deberá confiar en personas que jamás ha visto en su vida.



-Max en el fin del mundo-


Capitulo 2: Corriendo a media noche

“Y el tiempo pasó, y se despertó, se resucitó en un Zombie a Go Go. Mi abuelita es un Zombie, mi abuelita es un Zombie a Go Go.”

Yucatán a Go Go – Abuela Zombie-


No pude pensar en un mejor título, porque...sí...ahora sí comienza el bailongo. Es un nuevo día, el segundo desde que Max despertó y esta a punto de terminar en una noche que duraría mas de lo esperado. Hasta ahora nuestro equipo de Max y Sandra tenía la noble y tal vez ingenua intención de llegar hasta la Lagunilla, lugar en que se presume existe un movimiento de resistencia. Max había logrado soportar el dolor en su pierna, pero comenzaba a ser bastante molesto, por lo que aún sobre la carretera y a las raíces de un pequeño árbol, Sandra se ofrece a la ayuda de la golpeada rodilla de Max. Durante el obligado descanso, el dúo de Héroes aprovecha para comer algo más de las provisiones que portaba Sandra en la mochila de la motocicleta. Charlaron sobre lo sucedido a Max...

-No tendría sentido. Ya tiene casi un mes que pasó todo ésto. Lo más probable es que estuvieras consiente cuando el brote del virus ocurrió. Yo creo que al momento del accidente ya estabas al tanto de la situación, pero el accidente y el shock de la crisis te hicieron negar la realidad y te provocaron una amnesia temporal...imaginaria incluso- Dijo Sandra mientras terminaba de vendar la rodilla de Max, proporcionándole la capacidad de caminar sin bastón, pero no de correr.

-Uhm puede ser...pero, ¿entonces porqué no contesté el teléfono?. Mis llamadas perdidas tienen más de dos semanas... ¿ o sea que no quise contestarle a mi mamá?- Decía Max mientras terminaba de comer su sándwich y estiraba y examinaba su pierna, como probando los límites del vendaje.

-Pues sí, sólo así tendría sentido. Aunque no lógica. ¿Porqué harías eso? Además, si quisieras evitar a tu madre, entonces no entiendo porque estabas regresando a la ciudad...bueno, eres joven, tal vez no supiste como reaccionar-

-Uhm... no sé... no me creo capás de algo así...¿ya me puedes contar bien quien es tu amigo en la ciudad?-

-Je... es que no hay mucho que contar. Se llama Zael y es mi...bueno...digamos que no somos exactamente “amigos”, creo que es un poco complicado. Yo tenia que estar lejos de aquí y tenia mucho trabajo y...-

Sandra miraba fijamente una raíz del árbol con la vista perdida y nostálgica. Después de un corto momento sus ojos regresaron a los de Max y ahí ella regresó de los fantasmas del pasado a la realidad. Buscó en su cuello y sacó un pequeño colguije en forma de triangulo.

-Él me dio ésto. Es un quesito...creo que él piensa que yo nunca lo uso...jejeje me pregunto que pensará si se entera que lo he usado todo este tiempo-

-Se sentirá contento- Dijo Max sin vacilar, al tiempo que sonreía.

-Si es que lo encontramos... la verdad tengo miedo de no hacerlo pero...es lo único que me queda. No se que voy a hacer si no lo encuentro o peor aun sí...-

-Vas a ver que lo encontraremos-

-Si, ¡así será!. Él es jefe de un grupo de negociantes. Es muy bueno con los números y con la gente, ¡es todo un líder!. Pero la ultima vez que supe de él fue tres días después de la pandemia, cuando aun había comunicaciones. Me dijo que estaba a salvo y que había conseguido con sus amigos levantar un campamento. Me pidió que viniera porque necesitaban un médico con urgencia, yo por supuesto, no iba a perderme la oportunidad de estudiar la cepa de cerca. Aunque la verdad...- Su voz se hacia débil -... vine porque no se a donde más ir...-

De nuevo Sandra perdió la mirada en algún punto arbitrario del entorno. Pudo ser en algún árbol, en alguna nube oscura, en el sol que ya casi se ocultaba o en la motocicleta que paciente esperaba sobre la carretera.

-Deberíamos irnos y encontrar un lugar para pasar la noche- Dijo Sandra con su tono de voz restaurado cuando volvió en sí mientras se ponía de píe.

Recogieron sus cosas y ambos montaron la motocicleta para continuar el camino a la ciudad que ya estaba mucho más cerca. El problema era que no faltaba mucho para la noche (y la oscuridad ésta trae consigo).

Unos minutos y kilómetros más tarde, sobre la marcha y el ruido provocado por la motocicleta, el héroe observó un viejo y no muy grande granero abandonado y sin edificios o muestras de conflicto a su alrededor. Hizo un ruido con la boca similar a “¡Hey!” con la suficiente fuerza para que Sandra notara el lugar y decidiera dirigir el curso del vehículo para allá. Al sol le quedaban pocos minutos restantes en el cielo, pronto anochecería y nadie quiere estar al descubierto en la noche, así que Sandra debió arriesgarse.

Dejaron la motocicleta a unos metros del granero, en realidad fue una elección arbitraria. El silencio parecía amenazador. Bajaron del vehículo y Sandra se hizo con el revolver. Max estaba ansioso, era obvio que la primer tarea debía ser examinar que el lugar fuera habitable (y ello significa que esté libre de Zombis). Aquél primer no-muerto no había asustado mucho porque era lento y se podía observar gracias a la luz del día. Pero si no conseguían hacerse con el granero antes de que cayera la oscuridad, seguramente se verían en una situación difícil. Así que no hubo tiempo para temores. Sandra avanzaba al frente y despacio como evitando hacer ruido con los pies. Max caminaba cerca de ella, lo suficientemente cerca como para poder brincarle encima si algo salía mal. De pronto ella se detuvo y dejó de caminar encorvada.

-La moto hace mucho ruido... si hubiera alguien ya hubiera salido...jajaja- Sandra pudo relajar los músculos y Max esbozó una pequeña sonrisa.

Se escucharon pasos sobre el pasto. Provenían detrás del granero. Y nuestro dúo perdió su sonrisa. Apareció una figura humanoide... y luego otra y después otra. Todas igual de lentas y todas de la parte trasera de aquel edificio antiguo. No había motivos para alarmarse todavía, pues los Zombis son lentos y la distancia entre aquellos y nuestros héroes era bastante. Sandra los observaba y caminó un poco a la izquierda, tratando de ver la cara oculta del granero. Cuando lo consiguió dijo “Olvidalo” y se dirigió a paso veloz hacia la motocicleta.

-¿Olvidarlo? ¿Porqué?-

-Hay como veinte de ellos ahí atrás, devorando vivo a un animal-

Max no quiso comprobarlo él mismo y se limitó a seguir a su protectora de regreso a la motocicleta. Él entendió la frustración de Sandra. Ahora no tenían un lugar donde pasar la noche y tendrían que llegar a la ciudad con luz de luna. Al regresar al camino, Max se dio cuenta que tenia razón, Sandra manejaba un poco apresurada y un poco descuidada, pero la ciudad ya se veía más cerca. Tal vez lograrían llegar y conseguir refugio a tiempo... tal vez. Pero el destino no siempre hace lo que queremos.

El sol estaba oculto parcialmente y los héroes lograron pasar una caseta, señal de que habían ingresado a la ciudad. Pero cuando hablamos de señales, la que sin duda marca un antes y un después es la cantidad de Zombis al alcance de la vista. Allá en el campo (fuera de la ciudad) Max había visto infectados sólo en ciertos lugares. Aquí dentro (en la ciudad), mientras más avanzaban en su viaje y mientras más establecimientos aparecían a los costados del camino la cantidad de Zombis aumentaba exponencialmente. Ahora eran criaturas vagabundas, caminando por ahí, lentos y con pasos aleatorios.

Sandra se notaba preocupada. Max sólo podía aferrarse al deseo de encontrar un rincón despoblado. Hasta ahora todo lugar que habían encontrado mostraba cicatrices de combate (cristales rotos, puertas abiertas que alguna vez intentaron ser protegidas con maderos que ahora se encontraban en el suelo, sombras deambulantes en el interior de las construcciones, etc.). La ciudad aún contaba con energía eléctrica, algunos faros de alumbrado público aún daban luz. Avanzaron sin problemas por un rato, pero ese rato fue suficiente para que el Sol se ocultara por completo. El abismo nocturno crecía sobre el dúo. Ahora estaban en peligro y Sandra lo sabía. Así que mientras los Zombis estuvieran repartidos a lo lejos y mientras aun fueran visibles, ella tomó la decisión de detener su avance cerca de un estacionamiento. Detuvo la motocicleta, mantuvo el equilibrio sobre un píe y dijo “Max...tenemos que escondernos”. Max no hizo sonido alguno, pero estaba consciente del peligro. Los Zombis son lentos, pero también son silenciosos y en la oscuridad pueden esconderse perfectamente.

Sandra sacó su revólver, Max bajó del vehículo y observo a su alrededor. Tenían la ventaja de luna llena y los focos eléctricos, así que no estaban completamente a oscuras.

-Hacia allá- Dijo ella mientras señalaba con la mano izquierda una caseta de guardia elevada en el medio del estacionamiento y a unos pasos de distancia. La caseta, hay que decirlo, elevada unos metros sobre el suelo con un único acceso vía una escalera de caracol. El estacionamiento además gozaba de una cantidad extra de faros de luz. La intención era llegar hasta ahí y esconderse durante la noche.

Comenzaron a caminar con cautela y fue cunado habían llegado al píe de la escalera cuando Max notó algo que no estaba bien...

-¿Sandra....?- Dijo Max con voz infantil y temerosa.

Cuando Sandra dejó de mirar aquella caseta y regresó su visión a los alrededores, notó con desagrado que los Zombis en la cercanía ya no caminaban arbitrariamente, ahora todos.. (y digo todos en el sentido de que todo humanoide visible a la redonda)... todos se dirigían lentamente hacía Max y Sandra. Ningún Zombi les daba la espalda y fue ahí que la ansiedad comenzaba a entorpecer el juicio de nuestros héroes (más aún que el miedo, que ya había entorpecido sus decisiones como entrar en una cuidad en los últimos minutos de luz).

Sandra tomó a Max de la mano y corrieron hacia la motocicleta que no estaba muy lejos, un poco más de imprudencia y todo habría terminado ahí, pero Sandra alcanzó a ver que un no-muerto ya estaba encima de la moto (no..no quería un paseo...simplemente trataba de llegar a la carne fresca trepando la moto que era un obstáculo para él). Ella levantó su mano derecha y disparó sin éxito, el segundo disparo acertó a taladrar el cráneo del Zombi logrando detenerlo para siempre. Llegaron hasta el vehículo pero un par de infectados estaban peligrosamente cerca, uno de ellos logró poner su mano en el hombro de Sandra hasta que ella puso su revolver bajo el mentón del monstruo y disparó. El otro no-muerto casi logra capturar a Max pero el chico logró patearlo en el estomago con lo que logró derribarlo. Una de las cosas que más miedo da sobre los Zombis es que nunca dejan de mirarte, aquél que fue derribado por Max aun en el suelo seguía mirando fijamente a nuestro héroe y sin siquiera estar de píe seguía estirando los brazos como tratando de atraparlo. Sandra estaba a punto de subirse a la motocicleta cuando un pequeño grupo de unos cinco Zombis ya se encontraban en el radio de alcance.. Ahí, en ese segundo, en ese pequeño instante en que Sandra tenía que correr de los peligrosos infectados, ahí cuando Max vio ésto sin olvidar que al fondo un grupo enorme de Zombis llegaría hasta ellos menos de un minuto, ahí Max entendió que no lograrían huir en motocicleta, simplemente ya no daba tiempo para ello. Y Sandra no lo entendería, probablemente si Max hubiera hablado no hubieran escapado así que ahora él tomó la mano izquierda de Sandra y se hechó a correr en dirección contraria de la masa de Zombis, Sandra lo siguió. Corrieron por el estacionamiento y sintieron un poco de alivio al encontrarse de nuevo un poco lejos de los monstruos. Al volver la vista atrás, Max miró con tristeza que la moto (aquella donde su heroína había gentilmente ofrecido su ayuda, aquella donde se encontraban todas las provisiones) había sido absorbida por la masa de Zombis hasta el punto de casi no notarse.

Corrieron hasta llegar a una reja de metal que sin chistar treparon para llegar al otro lado (Max ya no sentía dolor alguno en su rodilla, cosas de adrenalina). Ahora se encontraban en un terreno grande y desolado. La buena noticia es que no se veían Zombis a lo lejos... la mala noticia es que probablemente no veían Zombis porque no había ni una sola fuente de luz a lo largo del baldío. Un terreno enorme y abandonado, eso era, enorme porque no se le veía fin. Detrás de ellos, el montón de monstruos había alcanzado la reja de metal, pero no había problema pues la reja era alta y los Zombis no saben trepar. Sin embargo conforme se iban amontonando los no-muertos, la reja rechinaba amenazando con caerse. No había mucho tiempo, así que la mejor opción era atravesar el oscuro terreno... sin saber exactamente que encontrarían más adelante. Esta vez Sandra lideraba el avance mientras Max la seguía de cerca. La luna llena les daba clara visión no mas allá de unos 20 pasos de distancia, por lo que si caminaban con prudencia tendrían tiempo de reaccionar si encontraban un no-muerto.

Caminaron cerca de 15 minutos seguidos y seguían sin encontrar un sólo rastro de Zombis o edificios. Era claro que se estaban alejando de la ciudad. Necesitaban encontrar lo que fuera, hasta un árbol grande serviría. Lo que fuera que les diera el respiro y el descanso que tanto necesitaban. Ninguno de los dos decía palabra alguna, sólo caminaban. Max observó una pequeña luz roja a lo lejos. Cosa extraña pues la luz estaba al nivel del suelo, “Mira” dijo para mostrarle a su compañera el hallazgo. No había opción, fuera lo que fuera tenían que ir, tal vez era una bengala, tal vez había gente, tal vez había un refugio. No estaba lejos, y cuando llegaron observaron un hoyo sobre la tierra, una especie de fosa y un botón pequeño que proporcionaba luz roja. El hoyo era grande, de un diámetro de aproximadamente unos 3 metros. No se veía nada al interior del mismo, salvo una escalera al rededor de las paredes del mismo que llevaba a su interior. Sandra no lo dudó y empezó a descender. “Espero no estemos bajando al infierno” dijo ella tratando de hacer una broma que los relajara un poco. Bajaron por la perfecta escalera moldeada sobre la tierra en todo el alrededor del Túnel (una experiencia que marea un poco) y al poco tiempo llegaron al fondo y encontraron un montón de botoncitos dadores de luz roja. No estaban a oscuras, simplemente estaban a rojas ( jajajaja...ja....ja....) y descubrieron un Túnel del mismo perfecto diámetro que de aquél por donde descendieron, pero éste corría verticalmente. Nuestros héroes caminaron hacia delante, temerosos y sin saber donde se encontraban y mucho menos la dirección en que iba, ¿Se alejaban o se acercaban a la ciudad?

Max observaba las paredes del Túnel. Eran perfectas, las paredes eran lisas, en el techo había botoncitos que daban luz y de vez en cuando se veían trozos de tubería en el contorno cortados de manera que no se notaba haber existido esfuerzo al momento de hacerlo. Max también sentía una especie de familiaridad con el entorno, como si alguna vez en su vida hubiera sido un topo o algo así. Caminaron y caminaron sin saber cuanto tiempo ya habían estado ahí.

-¡Mira!- Dijo Sandra y comenzó a trotar un poco hacia delante. Ella había visto ya por fin el final del Túnel y en él se encontraba otra escalera diabólicamente idéntica a aquélla por la que había llegado hasta ahí.

-¿Que es ésto?- Preguntó Max

-No sé... a lo mejor una zona de trabajo, una mina o un nuevo metro que nunca se termino de construir-

Los héroes comenzaron a subir las escaleras grabadas sobre el muro del Túnel, no tardaron mucho hasta llegar de nuevo a nivel del suelo. Al salir lo que vieron fue curioso. Lo primero que vieron fue.. una enorme fuente y a la izquierda de ella.... una alberca con agua muy sucia... y detrás de la alberca una casa lujosa bastante grande. Al observar a los alrededores vieron que estaban en un gran jardín amurallado, así que el único lugar al que podían ir era hacia la majestuosa mansión. Así lo hicieron y con cuidado examinaron el interior de la misma tan pronto cruzaron la enorme puerta. Por la cantidad de muebles lujosos y por la cantidad de arte que vieron tan solo en la cocina, es muy probable que la casa haya sido de un “Narco” (antiguamente así se le llamaba a personas con mucho poder político y tradiciones post-revolucionarias vigentes que todo arreglaban a balazos). “No hay luz” susurro Sandra mientras apretaba el switch del comedor, que era por donde habían entrado. Sería peligroso entrar sin una fuente de iluminación. Inclusive, tal vez, podrían quedarse a descansar en aquel patio. Pero Max sabía que ello no era posible, debían examinar la casa y asegurarse que no estuviera habitada, y con la posibilidad de poder esconderse en una habitación segura, la ansiedad se apoderaba de él, todo lo que Max deseaba era poder ser útil y encontrar un lugar seguro. Así que Max tomó su teléfono celular del bolsillo y activó una pequeña linterna que poseía el aparato. Sandra caminaba despacio detrás de él, y Max dirigía la luz a cada rincón de la cocina mientras llegaban a la puerta que lleva a la sala. Siguieron así a lo largo de 20 pasos hasta llegar a una puerta. Al abrirla... al observar la sala y las ventanas sin cristales que permitían ver una de las principales avenidas de la ciudad de Tenochtitlan … los héroes contuvieron el aliento.

Parece ser que el túnel que cruzaron los llevó mas adentro en la ciudad. Ahora estaban en la sala de una gran y lujosa casa con ventanas enormes que antiguamente permitían una visión espléndida de unas calles tipo barrio y una gran avenida. Entre las ventanas y la avenida existía un jardín frontal y un amplio espacio para estacionar autos. Sobre la avenida existía un río interminable de Zombis, el gentío era equivalente al que pudieron observar los ancestros cada sábado en el zócalo de la ciudad. A lo lejos, en las casas enfrente a la mansión que estaban del otro lado de la enorme avenida, un gran incendio iluminaba el ejército de infectados, el fuego era tan grande que también llegaba luz hasta la sala de la mansión, de modo que no se requerían mas los servicios de la linterna del celular.

Montones de cuerpos putrefactos marchando hacia la nada, miles de vidas perdidas en quien sabe que tragedia apocalíptica. Max había quedado hipnotizado por el espectáculo y su cerebro no concebía que fuera posible encontrar sobrevivientes. Tembloroso y con sudor en las manos, con ganas de vomitar y deseando doblarse del miedo, Max gira su cabeza y no logra encontrar a Sandra. Ese segundo de soledad se sintió como una muerte anunciada, pero tras buscar desesperadamente con la vista, Max sintió que su corazón se quebraba al mismo tiempo que se llenaba de coraje. Sandra estaba en el suelo sentada contra la pared, sus piernas recogidas al cuerpo con las manos en el rostro y un gesto de desesperación en sus ojos y boca. Ella había logrado ser fuerte, había logrado llegar hasta ahí, proteger a Max y sin embargo también era humana y vulnerable a las incapacidades de la mente para enfrentar la realidad. El rostro de Sandra decía una sola cosa: Desesperanza. Detrás de ellos había un túnel que probablemente ya estaba poblado por monstruos en busca de alimento, y delante de ellos había un mar infinito de putrefacción andante. Tal vez éste hubiera sido un buen momento para descansar. Los Zombis eran visibles y estaban bastante lejos. Tal vez hubiera ocurrido un descanso de no ser que al otro lado de la habitación se quebró algo e inmediatamente después a la luz de las lejanas llamas apareció un pequeño grupo de humanoides, aproximadamente unos seis de ellos, que por supuesto se dirigían en línea recta hacia nuestros héroes.

Max no podía darse el lujo de temer. No podía dejar que su protectora se quedase ahí sin deseo de seguir adelante. Él le debía mucho así que rápidamente olvidó sus miedos e hizo lo que mejor sabe hacer... observó y analizó la situación. A su izquierda, a tres pasos de él habían dos enormes armaduras medievales (definitivamente era la casa de un narco), a su derecha a través de la ventana vio que un automóvil había estrellado y derribado el muro de la casa vecina. No podían quedarse ahí. En cuestión de milisegundos y con velocidad sorprendente Max alcanzó el escudo de una de las armaduras, pasó su mano por detrás de él para usarlo y saltó de regreso a Sandra para tomarla de nuevo por la mano y correr con ella hacia la ventana, la cual saltaron sin dudar para llegar al jardín frontal y continuaron corriendo hacia el muro derribado de la casa de al lado. Corrieron por el pasto, con las llamas lejanas alumbrando su camino. Casi llegando a la brecha de la pared un Zombi saltó sobre ellos y con lujo de violencia Max lo golpeó con su escudo en la cabeza y lo derribó. Continuaron corriendo, atravesaron el pedazo de pared derrumbado y llegaron al patio de los vecinos. Corrieron sin detenerse a pesar de que escucharon pasos a sus alrededores, llegaron al extremo del jardín y giraron a la derecha para llegar al jardín trasero de esa casa. Continuaron corriendo por un pequeño pasillo hasta llegar al patio trasero donde rápidamente vieron que el terreno estaba delimitado por vallas verticales de madera. Con la vista encontraron un pasillo que daba hacia una pequeña calle que se veía desolada y repleta de automóviles abandonados. Llegaron hasta ahí y luego corrieron a lo largo de la pequeña calle, estaban rodeados de casas lujosas y no había Zombis, caminaron apresuradamente hasta llegar al cruce con otra calle. Ahí bajo el semáforo del cruce se detuvieron. Había 3 posibles caminos. A su izquierda estaba el camino que los llevaría a la avenida repleta de no-muertos; a su derecha se adentrarían más a las calles abandonadas y hacia el frente no tenían idea de lo que los esperaba. Sandra estaba agitada “Gracias” alcanzó a decir. Max la miró a los ojos y después miró hacia enfrente, ahí tenía la intención de ir. Max pudo dar un paso y entonces sintió que Sandra le soltaba la mano. El corazón de Max se aceleró. “¡Ahhhhh!” gritó Sandra y nuestro héroe sentía un vértigo en el estómago. Cuando Max giro la cabeza sobre su hombro y vio lo que pasaba no supo exactamente cómo reaccionar.

Vio a dos hombres idénticos uno al otro, vestidos con traje negro, corbata, zapatos y lentes oscuros (aunque era media noche....) sujetando con sobrehumana fuerza a Sandra. Uno de ellos había terminado de vendar la boca de la chica evitando que pudiera decir algo, mientras el otro terminaba de amarrarle las manos. Le tomó a Max un segundo reaccionar, no esperaba encontrar personas y mucho menos que fuesen una amenaza, jamás olvidaría el miedo en los ojos de Sandra. Así que el héroe de la humanidad levanto su brazo (y con ello su escudo) y se preparo para embestir a los hombres de negro cuando escuchó su nombre...

-¿Max?... ¡Max eres tú!- Gritó una persona desde una esquina mientras apresuraba sus pasos hacia el muchacho.

-¡No puedo creerlo!, ¿Qué haces aquí?, ¡Qué gran coincidencia!, ¡Soy yo!, ¡Sam!- Gritaba aquella persona de considerable estatura, un poco robusta y con ojos bien abiertos y posados directamente sobre Max. Algo pasaba en la mente de nuestro héroe, una extraña nostalgia y confusión. El sujeto caminaba deprisa y sin darse cuenta pisó un curioso cable al nivel del suelo que procedía desde debajo de un automóvil y llegaba hasta un edificio cercano. El edificio estalló. Una explosión poderosa hizo volar a Max por los aires y lo arrojó a una distancia considerable. El muchacho sin dolor alguno se puso de pie inmediatamente y lo primero que hizo fue buscar a Sandra con sus ojos. Había mucha luz, había fuego a todo su alrededor, pero no la veía ni a ella ni al sujeto que lo había llamado por su nombre. Lo único que observaba era una nube enorme de polvo. Max corrió hacia el origen de la explosión adentrándose en la nube blanca, tenía que saber que había pasado con Sandra, necesitaba saber si ella estaba bien. No se veía nada, el polvo cubría toda su visión. No podía obtener mucha información de sus oídos porque aun estaban atontados por el estallido. Sin darse cuenta perdió el sentido de la orientación, no sabía inclusive hacia donde estaba caminando. A su alrededor solo había polvo y mas polvo que no le permitía ver nada. Avanzó mas despacio y el polvo comenzó a depositarse sobre el suelo de la calle.

Entonces, Max vio lo que parecían ser rayos de luz color azul. Entre la reducida nube de polvo, él distinguió lo que parecían ser lineas de luz en el aire, como disparos que arrojaban luz en vez de balas. Simplemente, como si fueran rayos láser. Tan repentinamente como iniciaron se detuvieron. Los oídos de Max milagrosamente se recuperaban, escuchaba voces pero no entendía lo que decían. Continuó avanzando hasta llegar de nuevo al cruce de las calles, donde vio a Sandra por última vez. El polvo había dejado de flotar por el aire, la visión era clara de nuevo gracias a la luna y el fuego a los alrededores que nació de la explosión.

-¡Hey! Vosotros, ¡Identificaós!- Aparece una figura cerca del origen de la explosión. Se trata de un hombre alto, musculoso y lleno de polvo. Su ropa parece ...antigua. Muy antigua. Un traje peculiar y muy adornado con una camisa de cuello alto teñida de un color marrón similar al de la tierra, su cabello es corto y cubierto con lodo, usa unas botas de tela también muy anticuadas. Su rostro era cuadrado, sin embargo era difícil decir si el individuo estaba enojado … parecía no tener gesto alguno en la cara.

-¡Os he hecho una pregunta!- Vuelve a gritar el nuevo desconocido mientras apunta directamente a Max con su mano derecha, cerrada, elevada a la altura del hombro, señalándole con los nudillos.

-¡Soy Max!, ¿Quién eres tú?- Contesta sin miedo alguno nuestro héroe, preocupado totalmente por su amiga y su paradero. El sujeto deja de señalar a Max y posa su mano derecha sobre su pecho.

-Mi nombre fue AL-Z, pero hace tiempo fui rebautizado con el nombre de Alepz. Estuve dormido por mucho tiempo y acabo de despertar a éste nuevo mundo. Aun recuerdo el lenguaje menos elegante que usan en este tiempo...-

-...¿dónde está mi amiga?- Interrumpe Max al extraño, aun sin saber si debe confiar en él

-¿Se refiere a la chica militar? Se la llevaron los hombres de traje. Son personas peligrosas debo advertirle, mi deber es combatirles. Intenté detenerlos pero saben que no tienen oportunidad contra mí. Por lo tanto huyeron -

-...tengo que salvarla...¿a dónde la llevaron?-

-Negativo. Usted no está en condiciones de tal viaje, mi deber es llevarlo hasta otros humanos. Yo me encargaré después de encontrar a su amiga y de otros problemas-

-No, ¡nunca!, debo ir inmediatamente por ella.......es mi amiga......-

Max perdió todas sus fuerzas. Se sentía profundamente cansado. Se dio cuenta de golpe que había demasiadas cosas que él no entendía. ¿Hombres en traje? ¿Alguien por fin reconoce quien es y resulta ser el enemigo? ¿Quien es éste señor salido de una fiesta de disfraces? ¿Cómo logrará rescatar a su amiga?.

Max perdió todas sus fuerzas y cayó al suelo. Su rodilla de pronto le dolió muchísimo.

Perdió todas sus fuerzas... Ya no deseaba continuar. Cayó al suelo sobre su rodilla izquierda y apoyó las manos sobre el piso. Se llenó de polvo. Quiso llorar, pero estaba demasiado cansado para ello.

-Lo siento señor, pero usted está muy débil. Puedo notarlo con sólo verlo. Necesita descansar y confiar en que lograré traer a su amiga con vida-

Max vio algo entre el polvo del suelo. Lo recogió con su mano y lentamente se puso de pie a pesar del dolor. Miró con determinación a su nuevo acompañante mientras apretaba con fuerza su mano izquierda.

-Voy a entrenar. Seré mas fuerte y rescataré a mi amiga de quien quiera que sean esos hombres de traje. No puedo permitir que ella ande secuestrada, ella quiere llegar con su amigo ¡y yo voy a encargarme de que así sea!-

-Bueno señor. Debe saber que nos espera un larguísimo viaje. Usted debe reposar, recuperarse. Yo debo descomprimir mis memorias para recordar donde se encuentra el refugio humano de este tiempo. Tendremos que establecernos temporalmente en un lugar cercano. Tiene usted mucha suerte, debo enseñarle muchas cosas para asegurar la supervivencia de ambos, y esas enseñanzas le ayudaran a cumplir su objetivo. Por cierto hay algo que debe saber de mí... no soy humano...-

Max tenía la determinación que veremos no perderá nunca.

-Muy bien entonces... seremos un equipo- Dijo Max a su nuevo compañero, el llamado Alepz, al tiempo que apretaba con fuerza lo que había encontrado en el suelo y se juraba a si mismo que encontraría a su amiga. Lo que Max había encontrado, lo que tenía en su mano izquierda... era un colguije con forma de quesito.

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